jueves, marzo 22, 2007

Tan lejos del Sol y tan cerca de Dios.

LLegó la primavera, la cueresma, la capirotada, el pescado preparado en mil formas, los rezos, los golpes de pecho, la época espiritual donde muchos aprovechan para divertirse, pasear, emborracharse, comer carne humana, sexo, drogas y rock and roll como en el spring break, no lease que después sean 9 meses de lágrimas. Y el circulo sigue rodando, rodando, nos vamos haciendo más grandes o más pequeños, más miserables o más virtuosos. Todo cabe en el sol, cada vez se acerca más a la tierra, el clima lo demuestra, la tierra nos grita pidiendo ayuda y que paremos de hacerle daño. Muchos advierten de la falta de agua, pocos cierran la manguera. Todos hablamos, pocos hacemos, seguimos derechito sin meter freno, llegará el día que no veamos el sol, no encontremos agua, ni comida, ni aire respirable. Ni con millones de dólares en el banco podrán salvarse nadie, obscuridad, dolor, tristeza y lamentos, lamentos de lo que pudo hacerse y no se hizo, de la ambición de los políticos, de las inútiles guerras, de por qué el ser humano tiende a la destrucción conciente de su realidad y resultado. Títeres del poderoso caballero Don Dinero. Hay que voltear hacia la historia, ver el negro futuro y tratar de vivir la vida dentro de lo posible, por que el que tira piedras al cielo, le caen.....el sol está lejos, Dios está más cerca de lo que uno se imagina. ¿Que alucin verdad? quien me manda tomar fotos frente al sol. Pero lo caché! y si no me entiendes, aprende a leer entre líneas.

El amor vuelve.

Cuando escribí en éste blog lo "el amor nunca muere, sólo se transforma", lo hice en honor de una niña linda cuyo novio murió pocos meses antes de su boda y su sufrimiento, desconcierto y tristeza, lo compartió con quien ella cree somos sus amigos. Eso fué todo un honor la verdad, por que la vimos crecer en esos momentos tan difíciles, tan duros, con una sonrisa tratando de buscar paz y consuelo ella misma en sí misma. Su refugio fue precisamente el gran amor que vivió junto a él, los recuerdos, las caricias, los detalles, todo lo gozado en sus planes. Y el relog siguió su inexorable camino, tenerse que levantar y seguir andando por la vida no le fue fácil a la niña, pero a fin de cuentas, pudo más su lucha, su determinación por sobrevivir. Esto fue tal vez, lo que hizo que ella volteara los ojos en otra dirección donde, un buen corazón la observaba, la amaba en silencio, esperando que el letargo acabara y así sucedió. Se abren y se cierran todas las puertas que queramos cuando así lo disponemos. Nosotros tenemos las llaves, las huellas son imborrables, pero forman parte del aprendizaje necesario para llegar a albergarse dentro de otro corazón. Niña, que esta nueva oportunidad sea la que, si bien no la estabas buscando y esperando, te reponga y cicatrice el alma. Recuerda que el amor, todo lo puede.

La Casa.


Muchos la conocen como la casa de la San Luis, dentro, sus paredes contienen muchos recuerdos son muy tristes y dolorosos, cuentan cada ladrillo que contienen lágrimas de la bella nena, quien llegó toda ilusionada con su marido e hijos, sabedora que su padre le había regalado esa casa como parte de su dote. Jamás se imaginó lo que sufriría, que la ambición, codicia y desamor sería la causa de su salida, sin nada en las manos, sólo con lo que traía en las manos y lo puesto. La familia de su marido se asentó sobre sus posesiones y joyas, robándole lo que no era de ellos y riéndose de haberlo conseguido. La nena busco asilo, se llevó a sus tres hijos con ella, le estorbaban al marido con su nueva amante, con su nuevo estilo de vida, no cabe duda que el dinero pierde a las personas, eso, era lo que había pasado. Y pasaron los años, muchos de ellos dolorosos y llenos de lucha por sobrevivir, la nena, tratando de sacar a sus hijos adelante, el padre de sus hijos, gozando de una vida que no merecía. Los hijos crecieron dolidos y resentidos, viendo pasar los platos desde lejos, careciendo de muchas cosas sobre todo, del cariño paterno repartido en mas hijos y mujeres. Y la casa se fue cayendo, se agrietó sin la presencia de la nena por más que trataron de conservarla, le faltaba el amor de su dueña. Así como salió, así como que hay justicia (lenta pero segura) así volvío un día, le costó trabajo entrar, eran muchas las heridas, las humillaciones, pero tenía que hacerlo, Dios había decidido que entrara por la puerta principal y no por la cochera por donde salió, que muriera en su cama, en su casa y rodeada de sus seres queridos. Pero como castigo a la avaricia de la gente que un día la orilló a marcharse, esa casa sigue vacía, mutilada, destrozada y vandalizada. Dentro quedo el limonero y la mandarina secandose, las risas y llantos, la soledad mutilada. Lástima, pero tan cierto que las cosas materiales resienten los defectos humanos, para muestra, la casa de la San Luis.

Callejero.

"Era callejero por derecho propio Su filosofía de la libertad Fue ganar la suya sin atar a otros Y sobre los otros no pasar jamás. Aunque fue de todos nunca tuvo dueño Que condicionara su razón de ser Libre como el viento era nuestro perro Nuestro y de la calle que lo vio nacer. Era un callejero con el sol a cuestas Fiel a su destino y a su parecer Sin tener horario para hacer la siesta Ni rendirle cuentas al amanecer Era nuestro perro y era la ternura, esa que perdemos cada día mas Y era una metáfora de la aventura que en el diccionario no se puede hallar. Digo nuestro perro porque lo que amamos lo consideramos nuestra propiedad Y era de los niños y del viejo Pablo a quien rescatara de su soledad. Era un callejero y era el personaje De la puerta abierta en cualquier hogar Y era en nuestro barrio como del paisaje El sereno, el cura y todos los demás. Era el callejero de las cosas bellas Y se fue con ellas cuando se marchó Se bebió de golpe todas las estrellas Se quedó dormido y ya no despertó Nos dejó el espacio como testamento Lleno de nostalgia, lleno de emoción Vaga su recuerdo por los sentimientos Para derramarlos en esta canción. Al fin y al cabo amigos míos, no era mas que un perro". Esta letra de Alberto Cortéz la recordé ayer, cuando fui al supermercado y ahi estaban, dos perros callejeros (la foto es de mi celulítico) sin decidirse a entrar, causando con sus patas que la puerta estuviera cerrándose y abriéndose. Morí de la risa, como enana, como niña tirada al piso, me hicieron el día estos chamacos callejeros, bellos animales de nobles sentimientos, más valiosos que algunos seres humanos perdidos por ahí también abriendo y cerrando puertas concientemente, ésa es la diferencia.