jueves, marzo 22, 2007

Callejero.

"Era callejero por derecho propio Su filosofía de la libertad Fue ganar la suya sin atar a otros Y sobre los otros no pasar jamás. Aunque fue de todos nunca tuvo dueño Que condicionara su razón de ser Libre como el viento era nuestro perro Nuestro y de la calle que lo vio nacer. Era un callejero con el sol a cuestas Fiel a su destino y a su parecer Sin tener horario para hacer la siesta Ni rendirle cuentas al amanecer Era nuestro perro y era la ternura, esa que perdemos cada día mas Y era una metáfora de la aventura que en el diccionario no se puede hallar. Digo nuestro perro porque lo que amamos lo consideramos nuestra propiedad Y era de los niños y del viejo Pablo a quien rescatara de su soledad. Era un callejero y era el personaje De la puerta abierta en cualquier hogar Y era en nuestro barrio como del paisaje El sereno, el cura y todos los demás. Era el callejero de las cosas bellas Y se fue con ellas cuando se marchó Se bebió de golpe todas las estrellas Se quedó dormido y ya no despertó Nos dejó el espacio como testamento Lleno de nostalgia, lleno de emoción Vaga su recuerdo por los sentimientos Para derramarlos en esta canción. Al fin y al cabo amigos míos, no era mas que un perro". Esta letra de Alberto Cortéz la recordé ayer, cuando fui al supermercado y ahi estaban, dos perros callejeros (la foto es de mi celulítico) sin decidirse a entrar, causando con sus patas que la puerta estuviera cerrándose y abriéndose. Morí de la risa, como enana, como niña tirada al piso, me hicieron el día estos chamacos callejeros, bellos animales de nobles sentimientos, más valiosos que algunos seres humanos perdidos por ahí también abriendo y cerrando puertas concientemente, ésa es la diferencia.

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