sábado, mayo 10, 2008

La Nena Rico.

Así le decía la sociedad de San Pedro de los Pinos donde nació y vivió. La nena Rico, se llamaba Laura Elena Rico Camarena, su tatarabuelo fué José María Rico, maestro cuyo nombre ocupa una de las calles de la colonia Roma allá en el defectuoso. Su padre, Miguel Angel Rico Ricardi, fué cónsul de México en USA y su foto está en el museo de Douglas, Arizona. Además fue maestro emérito de la Unam, sabía 5 idiomas, fundó el colegio de Contadores y mil cosas más honorables en su vida. La mamá de la Nena, niña bien, se casó con Miguel siendo apenas una jovencita por que era la única manera de poderse ir con él al trabajo consular, sabía Doña Laura Elena coser y bordar como los mismos ángeles y cocinar ni se diga. Tuvieron 4 hijos, el mayor, Héctor, ingeniero en minas, murió joven debido a una apendicitis aguda mientras estaba en Durango dentro de una mina, no llego a tiempo al hospital. El segundo hijo, Pepe, contador también, trabajó y se pensionó en la Cineteca Nacional. Max, el tercero, fue enfermizo pero logró estudiar y casarse, murió joven. La 4ta. fue la Nena, la tremenda chiquilla que tocaba el piano, cuidaba a los caballos en las caballerizas, aprendió a cocinar arriba de un banquito gracias a su abuela Juanita, ya que su mamá, quedó en sillas de ruedas muy joven debido a várices y problemas de salud. Tambien, la Nena cantaba y bailaba, sabia idiomas y logró conocer grandes personalidades precisamente por las elegantes cenas que realizaban sus papás. Le gustaba escuchar a Ray Conniff, Frank Sinatra, Pablo Beltrán Ruiz, Glen Miller y le gustaba ir al programa de sábados de Vanart con Josefina y Joaquín, donde la quería contratar por que tenía unas piernas hermosas, bailaba el rock and roll y el twist de maravilla. Manejaba su cadillac causando admiración y envidia, !cómo! ¿una mujer manejando?. Un día, como todo ser humano, se enamoró, se casó con un joven médico y dejó atrás la gran y elegante vida, llegando contrastantemente un día, a vivir entre indios yakis que terminaron adorando su inagotable alegría, a pesar del calor y las incomodidades, siempre fué, hasta el último día de su muerte, la Nena Rico, jamás dejó de ser quien era, ni de luchar y sonreir, las adversidades y/o sus triunfos no le quitaron su clase, su estilo de gran mujer. Dulcera a morir, chocolatera, excelente amiga y madre, muestra de que la vida a todos nos dobla, pero no siempre, a todos nos quiebra. Mi Laurita, pídele una lap top prestada a Dios para que puedas leer ésto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué bonito post, caray.