Mucho rato me pase cazando al helicóptero que busca migrantes, siempre sobrevuela la región entre Usa y México, donde termina la república mexicana, ese pedazito de tierra donde los delfines cruzan alegremente hacia el norte y los inmigrantes se esconden de los autos que los esperan. Aquí, en el malecón de Playas de Tijuana, Baja California, México....está el famoso faro que en las noches alumbra barcos fantasmas hacia la islas Coronado, donde las butacas de la plaza Monumental han sido testigos mutis del suave murmullo de la Madre Teresa, o los desenfrenos del bailoteo de Chayanne, toros desangrarse tras la dura jornada de los Matadores y un sin fin más de espectáculos de todo tipo. Si, el faro se alza orgulloso y casi desafiante contra ese helicóptero que pretende buscar entra la multitud a alguien que sueña con el país de los espejitos, alguien que detrás de la malla del mal llamado parque de la amistad y el muro fronterizo, intercambia cartas, miradas, suspiros y tristezas. Y el cazador fue cazado, al menos por mi cámara...veanlos. Bello mi faro, bella mi cámara.
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