domingo, septiembre 14, 2008

Petunia.

Se llamaba Petunia, hace más de 12 años llegó a las manos de Adriana, una amiga que la recibió siendo una bolita de pelos café y se convirtió en su mejor aliada, confidente, amiga, hija, compañera silente almacén de lágrimas, risas, tristezas y alegrías de su dueña. Viajó con ella muchas veces, siendo una copilota entendida, sabía escuchar a su dueña, la aconsejaba con su dulce mirada y moviendo la cola. Un día la tuvimos como huésped honoraria por varios días y su dulzura ganó a Tommy, mi negro que compartió con ella sus croquetas, agua, colchoneta y juegos quedando enamorado de por vida de la Petus. Verlos juntos era una ternura, la guera y el negro coqueto que la perseguía perdiendo el estilo y ella, jamás dejó de ser una dama. !Ah¡ los perros niños son y como tales, se adentran con sus ojos en nuestros corazones dejando huellas imborrables. Pero como todo tiene un principio y un fin, Petunia se fue a la perrera celestial, dejando a mi amiga, destrozada, ríos de lágrimas corrieron sin hallar consuelo, algo que ninguna otra mascota suplirá, cada animal forma parte de la historia humana durante cierto tiempo y ellos si que son indispensables y necesarios. Te extrañamos Petunia, te extrañamos bella guera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Es la misma perrita rubia que conocí en el malecón?