2 de octubre de 1968.

No se si sea afortunada o no, pero yo vivi la matanza de Tlateloco, vivía con mi madre y hermano precisamente en el ultimo edificio amarillo, pegado al famoso puente de Nonoalco, Ignacio Ramírez se llama, ultimo piso...tenia el depa. vista al frente y hacia la plaza aunque lejos. Salí por el pan, como dicen los galanes, como a las 4 de la tarde. Me acompañaba Carmen, la señora oaxaqueña que trabajaba con nosotros y cocinaba como ángel. Escuché helicópteros alrededor, no entendia nada ni sabia del movimiento estudiantil, lo que apenas alcanzaba a comprender a mis 13 años de edad (guarden la calculadora) y que escuchaba a mi hermano mayor decir entra sus amigos. Cuando pasaba precisamente debajo del puente de Nonoalco para cruzar la avenida Guerrero hacia la panadería, algo se estrello en la banqueta a unos pasos de mi. Años después comprendí que ese algo, eran balas perdidas que el ejército empezaba a disparar sin diestra ni siniestra mas que para matar. Lo que pasó despues fue una noche interminable, donde mi pesadilla hasta la fecha, me persigue y me llena de coraje, rabia e impotencia. En la esquina de la Guerrero había una gasolinera, vi desde mi ventana el mundo del trágico 2 de octubre, ya iba y venia corriendo asomarme desde las ventanas lo que mi todavia infantil mundo trataba de comprender. Después supe que eran porros los que trataban de hacer explotar esa gasolinera, los empleados nada tontos, inmediatamente la cerraron...a lo lejos ya se escuchaban, gritos, balazos y los lamentos de cientos de heridos. Angustiada, vi llegar a mi madre de su tabajo toda desesperada, mi hermano aún no llegaba (ni llegó se quedo en casa de un amigo, mejor) y sabíamos que el ejército estaba cateando departamentos para encontrar a los estudiantes disidentes, ajá. ¿que les puedo contar que no hayan leído o visto en fotografías? En mí, quedo grabada a punta de balas la tremenda matanza, deshumana, desleal, traicionera y cruel de inocentes con tal de.. ¿demostrar que? ..Sirvió de algo? con nada se borrarán las lágrimas de duelo por los idos, por la decepción de un pueblo hacia sus ¿autoridades? salvajes asesinos, verguenza mundial, a mi, que no me cuenten...tenia 13 años, pero en esa noche crecí mil más, tal vez por eso soy una persona de todo o nada. Ante esto, tuvo a bien (¿o a mal?) mi madre mandarme a Sonora de regreso con mi padre, su terror que me pasara algo y de hecho quedé tan traumada que no dormía ni comía, recordare siempre el fuego alumbrando a lo lejos, el sonido de las metralletas, las almas que se elevaron en segundos hacia el cielo en busca de una respuesta. Entre el recuento, al paso de los años y de documentarme sobre la famosa (triste) matanza de Tlateloco, entiendo menos, ninguna matanza es válida, ninguna guerra es buena, los derechos de los estudiantes o de alguien que busca decir su opinión, es sentencia de muerte, no me quiero imaginar la conciencia (si es que la tienen) de todos aquellos que de alguna manera participaron en este holocausto mexicano, por que el más malo, tiene sus 5 minutos de refelexíon, es como la última oportunidad que recibes de hacer lo que debes hacer, arrepentirte o que te valga madre lo que hiciste. ¿será? No creo. Una cosa sí es cierta, yo al menos, no creo olvidar esa bala perdida y que nos quedamos viendo, ambas dos, como respetándonos, no me tocaba todavia por lo visto. Resumen: 7 mesina, pulmones chicos, del perro con rabia que acaricié y no me mordió, tlateloco, traqueostomía, pólipos cancerosos (mis travesuras en autos-bólidos) y lo que se acumule el fin de semana, todavía NO me toca.