Según las escrituras, ya ven que todos, San Juan, Mateo, Pablo, Tomás y el resto de escríbanos que redactaron dicho documento, despues de morir Jesús, fue llevado a una cueva, amortajado por su Madre con gran amor-dolor, ayudada por María Magdalena y varias más que aportaron aceites y unguentos, limpiaron las heridas, como si eso sirviera de gran cosa por que hay heridas que jamás sanan, pero la intención era buena, caricativa y quien sabe cuál de ellas, dejó una vela encendida al cerrar con piedras el sepulcro. Esa vela, ese humilde pabilo, fue el cirio que acompañó a Jesús tres días alumbrándolo con una fiereza increíble, esperando pacientemente mientras se derretía gota a gota. ¿Sabía esa luz que regresaría? Creo que sí, pareciera que un ángel la sostuviera y que al resucitar Jesús, como si fuera un niño, no se viera ni sintiera solo en la obscuridad. De ahí, nace la tradición de prender velas y apagar la luz de la Iglesia, pero para aquellos que no asisten por las razones que sean, pero en sus casas prenden velas, el propósito es el mismo, el amor al que murio y que vea luz para encontrar la salida. Observa tu vela, hay momentos en que fallece, se debilita, baila fuertemente, se alza prepotente y desafiante, está haciendo su trabajo, tú, haz el tuyo.La Pasarela es el nombre de mi última producción en medios de comunicacion. He tenido varios y ésta, fue merecedora de un premio binacional. Las palabras van y vienen, los escritores le damos vueltas a la noria de León Felipe en el pueblo de Comala de aquel Rulfo y nos perdemos en el laberinto de la soledad, sin Paz presente. Maneje por la autopista de Cortázar y tópese con la Tia Tula y la libertad de Machado, esa soy yo, una mujer construida a pedazos de letras de todos mis autores.
sábado, abril 07, 2007
A la luz de la vela
Según las escrituras, ya ven que todos, San Juan, Mateo, Pablo, Tomás y el resto de escríbanos que redactaron dicho documento, despues de morir Jesús, fue llevado a una cueva, amortajado por su Madre con gran amor-dolor, ayudada por María Magdalena y varias más que aportaron aceites y unguentos, limpiaron las heridas, como si eso sirviera de gran cosa por que hay heridas que jamás sanan, pero la intención era buena, caricativa y quien sabe cuál de ellas, dejó una vela encendida al cerrar con piedras el sepulcro. Esa vela, ese humilde pabilo, fue el cirio que acompañó a Jesús tres días alumbrándolo con una fiereza increíble, esperando pacientemente mientras se derretía gota a gota. ¿Sabía esa luz que regresaría? Creo que sí, pareciera que un ángel la sostuviera y que al resucitar Jesús, como si fuera un niño, no se viera ni sintiera solo en la obscuridad. De ahí, nace la tradición de prender velas y apagar la luz de la Iglesia, pero para aquellos que no asisten por las razones que sean, pero en sus casas prenden velas, el propósito es el mismo, el amor al que murio y que vea luz para encontrar la salida. Observa tu vela, hay momentos en que fallece, se debilita, baila fuertemente, se alza prepotente y desafiante, está haciendo su trabajo, tú, haz el tuyo.
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