La Pasarela es el nombre de mi última producción en medios de comunicacion. He tenido varios y ésta, fue merecedora de un premio binacional. Las palabras van y vienen, los escritores le damos vueltas a la noria de León Felipe en el pueblo de Comala de aquel Rulfo y nos perdemos en el laberinto de la soledad, sin Paz presente. Maneje por la autopista de Cortázar y tópese con la Tia Tula y la libertad de Machado, esa soy yo, una mujer construida a pedazos de letras de todos mis autores.
lunes, marzo 03, 2008
El Planeta de los ciegos.
Actualmente existen muchas facilidades para los ciegos (físicamente hablando), tecnológicos, médicos, animales guías, transplantes, etc. Desde luego que esto jamás suplirá el sentido de la vista, pero hace menos miserable (para los que así lo piensan) la vida de los invidentes. ¿Quien quiere ver este mundo? a veces, es mejor no ver, no saber, no sentir pues la ceguera de los que sí ven, ha convertido en planeta de los simios, perdón de los ciegos en eso. La ceguera de la que yo hablo no es física sino espiritual, los ciegos de corazón, a los que sólo un milagro de fe los puede hacer "ver" por que, ¿quien no ha estado ciego? creo que todos en un momento de nuestras vidas lo hemos estado y sólo la luz interna puede abrirnos los ojos del alma, si es que queremos desde luego, cada quien su religión y la que más le acomode, pero triste el que se queda ciego de por vida, sin necesidad mas bien por necedad. A veces a quien más amas es a quien menos conoces, de ahi parte la frase trillada de que el "amor es ciego", es muy cierta, en el caso de Dios, los no ciegos podemos verlo sin necesidad de verlo, ¿me expliqué? No necesitamos ir a misa diario ni darnos golpes de pecho ante los demás o aparentar ser muy religiosos, uno va cuando puede, cuando menos quiero que me vean y ahí, nos echamos un chat tremendo, se siente como dice la canción su "presencia" y no nada más en la Iglesia, sino donde uno quiera invitarlo, si eso es ser ciega terricola, prefiero ser así en el planeta de los ciegos que portar dos ojos que no me sirven más que para ver las cosas mundanales.
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