viernes, marzo 21, 2008

La Princess

Las cosas de la vida te llevan a conocer lugares, cosas, gentes, animales y situaciones inimaginables, así, dormí hospitalariamente en casa de Enrique, una persona maravillosa que sin saber quien era yo, me recibió. Su perrita princess, también lo hizo con grandes muestras de cariño, movía su cola y en el momento en que me senté a a hablar por mi celular, se subio la conchuda en mis piernas a escuchar mi conversación. Fue un fin de semana maravilloso, incluyendo al rompehuesos de Don Rafa que me dejó con un nuevo tune up, me recogieron dos personas lindas de corazón, comimos tacos de pescado, sanwiches de pollo, carne asada, pastel de queso y vainilla, nieve, guacamole estilo juchipilo, papas y TODO lo que se nos puse enfrente. Escuchar reir a mi niña pegándole a su piñata, compartiéndome sus chocolates Godiva, su baño y su cama para que yo descansara, conocer a sus papás, cruzar a pie la línea, comprando Advil para el dolor de cabeza y músculos, perderme en el wal-mart (increible pero sí me pierdo a pesar de mi escultural figura), dejar los lentes de contacto en el wal-mart de la niña, enojarnos con la doña en la caja rapida de mil productos lentos viendo a la cajera agobiada con los vales y el valemadre de la dueña, el atardecer frente a la carretera, hacer bolsitas de dulce haciendo trampa comiendome un mazapán y finalmente, embarcarme en un camión de regreso a la realidad tijuanense, donde la película Cinderella Man (odio el box) era el único atractivo, así que mejor, abrí mi propia película y empezé a hacer un recuento de esos dos días donde Pebbles con su cabello recogido y su Rodríguez, Enrique y su princesa me dieron mucho más de lo que tal vez esperaba, la vida me ha enseñado a no esperar nada desafortunadamente así que cuando recibo, lo agradezco de manera múltiple y lo atesoro en mi corazón.

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