Nuestra verdadera indentidad ni nosotros mismos la conocemos, a veces no somos capaces de saber hasta dónde podemos llegar, los miedos, los complejos, las diferentes personalidades que se adoptan en cada circunstancia, son dignas de estudios psicológicos por unos no tan locos como otros. Inventamos cientos de historias, sufrimientos, habilidades, enfermedades, fama y fortuna, todo, con tal de llamar la atencion, ser víctimas o victimarios creadores de cárceles personales de donde nadie, los sacará. Y así empezó la historia, fingiendo por razones sociales, ser alguien que no se es, un sexo discriminado y mal entendido, criticado y juzgado, por eso recurrió a todo aquello que la dejara ser lo que realmente quería ser, muchos proxys, ciudades fantamas, el don de la ubicuidad hasta que sintió pasos en la azotea, se escudó en falsos testimonios, con ayuda de amigos cómplices que actuaron por ella frente a la cámara pero los barrotes de la celda se hacen cada día mas gruesos, las mentiras más verdaderas, todo con tal de no perder el tan ganado puesto. Así, la identidad quedó protegida, soy hombre dijo, bueno, seguiremos creyendo, no sabemos si por sentir realmente una amistad por tan frágil alma humana, por lástima, amor, compasión, atracción fatal o simplemente por que ya no importa lo que sea, la verdad se sabe, secreto a voces filtrado en las paredes de un cuarto infinito, pero ya no importa, ahí está, como la puerta de Alcalá.
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