Jugaba con sus compañeros de escuela y un día, despertó jugando con biberones, no estaba preparada para ser madre y ¿el padre? tal vez menos....pero trata de ser el esposo y ella lo ve como el padre que nunca tuvo, aparte del título de papá de su bebé...el se cansó, de quejas, de madrugadas en el cyberespacio, de ver al bebé como un mono de peluche más en su cuarto y voltió buscando otra sonrisa, otros coquetos ojos que no fueran tan regañones y quejosos como cuando diario llega a casa. Pero cometío un error, ahora es juzgado siendo el malo de la película y la que jugaba a los cuadernos, no reconoce su 50% de culpa, como debe de ser en todas las relaciones. Ojalá que esa llamarada juvenil que los envolvió en su momento de locura, siga viva y les abra los ojos ante lo intenso de su calor, ojalá por que hay un ser pequeñito, que no tiene la culpa de las inmadureces de sus padres y que se vomita en la cama sin que se den cuenta...cuando abrimos como árbol las ramas y dejamos que la semilla fecunde, debemos aprender que tambien hay una cosecha y que somos responsables de ella, no juguemos al amor, es tan delicado y frágil, no juguemos a la inocencia que sabemos bien que hacemos, no echemos toda la culpa a los demás que por pequeño que sea el papel, tambien salimos en la obra.
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